Los límites son sexys.
Hablar de límites en un mundo que nos invita a ser todo para todos puede sonar contradictorio, pero ¿sabes qué? los límites no solo son necesarios, son sexys.
Sí, sexys. Expresan seguridad, firmeza y presencia.
Los límites no son restricciones, sino el trazo a lápiz que perfila tu identidad—con el borrador siempre listo para ajustar el contorno. Si te sientes incómodo al establecerlos, recuerda que cada vez que dices no a algo que no se alinea a ti, te regalas dos sí a lo que realmente importa. No se trata de excluir por gusto, sino de priorizar lo que resuena contigo.
En marketing—igual que en la vida y en las relaciones—los límites son irresistibles. Tener la valentía de nombrar lo que no somos, lo que no hacemos y lo que no queremos demuestra confianza, deja claro qué ofrecemos, a quién y bajo qué términos. Esa nitidez nos vuelve auténticos, bondadosos y honestos.
Al final, la autenticidad que nace de decir hasta aquí es la que conecta y sí, seduce.
Empieza a ser sexy.